Después de tanto caminar, los pies se
cansan, el cuerpo se desvanece y se achicopala; se encorva como un
gran monte. Las palabras se olvidan, mirando hacia el sur, desde el
norte, todo parece ajeno, todo es una constante metamorfosis que
olvida su pequeño infierno bucólico. Ella como caballo a los 90
años, un caballo macilento, golpeada por el fuete y con la espuela
Llega de nuevo a su pequeño infierno
bucólico, regresa al techo ardiente de zinc, brillos que atormenta
y abochorna el cuerpo hasta querer hacer erupción. Sola, adopta
perros hambrientos y desnutridos; recoge basura en la calle y
recuerda como tejer sombreros y tenates, mientras se lo permitan sus
manos. Va a la tumba de su esposo, recuerda donde fue enterrado por
las piedras con las que marcó el lugar donde dejó su cuerpo ( las
más chatas con líneas curvas que revientan en puntas afiladas).
Ve en profundas visiones a sus
hermanos, a su padre... Les habla a través de una concha de caracol
.... y espera sus respuestas....
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